Manuscript painting of Heezen-Tharp "World ocean floor" map by Berann
Relief shown by land form drawings, shading, and gradient tints. Depths shown by land form drawings, shading, gradient tints, and soundings. Also covers land areas of the world. Title supplied by cataloger. Hand painted map by Heinrich C. Berann. Available also through the Library of Congress Web site as a raster image. Acquisitions control no. 2007-149
Ruta Paseando por Teno Alto de Senderismo en Teno, Canarias (España). Descarga el track GPS y sigue el recorrido del itinerario del sendero desde un mapa. Teno Alto será el punto de inicio y final de esta ruta. Está formado por un pequeño núcleo de casas, una plaza, una iglesia y algún establecimiento de compra y consumo de productos locales: la miel y el queso de cabra encabezan la oferta más tradicional. Gracias a que hasta 1972 llegar hasta Teno por carretera era prácticamente imposible, hoy sigue conservando sus grandes valores ecológicos, paisajísticos y culturales, en gran parte, gracias a su aislamiento. Comienzo la ruta, en el lateral izquierdo del bar los bailaderos. Ascenderemos por la pista de la Mulata. Cuando llevamos recorridos 800 mts. realizaremos una desviación a la izquierda para acceder al Paisaje Lunar. Un paisaje de grueso y muy ligera toga y piedras volcánicas, en tonos cobrizos. La erosión del agua, debido a la falta de vegetación, ha moldeado el terreno de una manera muy caprichosa. Volvemos al inicio del Camino del Risco por el que transitaremos, por el PR –TF 58. Unos 500 mts. más adelante realizo una desviación, a la izquierda, para ascender al Roque de la Cruz. Paisaje brutal, la belleza del lugar embriaga. En este risco se encuentra la cueva de los ataúdes. Un lugar donde descansa una parte de la silenciosa historia del pasado más reciente de aquellos agricultores, ganaderos y pastores que, no disponiendo en la comarca de camposanto, debían trasladar los difuntos hasta el cementerio de Buenavista, para lo que se utilizaban unos ataúdes con parihuelas que aún se conservan en este lugar. La entrada a la cueva se encuentra tapiada con unas piedras que solo permiten ver ligeramente su interior. Ni que decir tiene que, si accedes al lugar, mantén el respeto debido, no toques nada y déjalo tal cual lo encontraste. Todavía con esa sensación de respeto y recogimiento que produce este pequeño fragmento de la historia reciente de nuestras gentes, realizo el descenso para seguir la ruta establecida, entre inmensos bancales, hoy abandonados y cubiertos por malas hiervas y vegetación, signo inequívoco de épocas pasadas donde la lucha con el medio para la obtención del sustento, se me antojan un sacrificio, hoy inconcebible. Los cereales constituyeron el cultivo por excelencia de esta franja del territorio, especialmente la siembra del trigo. Me voy acercando a un llano donde se confunden sonidos, cada vez más nítidos, de bucíos, silbos, tambores, conchas de lapas y madera de acebuche sin saber muy bien a donde me esto y acercando. Hasta que delante de mí surge el Tagoro de Bujamé, sobre un afloramiento de toba roja, es forma ovoide irregular, en su parte del naciente tiene una piedra de grandes dimensiones que indudablemente tenía la función de Efeken, en uno de sus lados tiene también un bloque granítico de grandes dimensiones que destaca de las piedras que sirven como asientos. El ulular del viento me cuenta que en ese lugar se estaba celebrando un tagoror. En el efeken se encuentra sentado Romen, mencey de Daute: uno de los menceyes que se enfrentó al ejército invasor durante la conquista, rodeado de su consejo, que se colocarían, según su rango, más cerca o más lejos de él: los achimenceyes, Los Sigoñes, kankus, los Chaureros, sus más valientes Cichiciquitzos, el adivino Guañameñe y los más venerados ancianos. Probablemente sea este el último tagoror que se celebre. Llegan noticias de la rendición de Bencomo. Taoro se suicida y Acaimo, Tegueste y Romen, se rinden definitivamente a los conquistadores tras las derrotas sufridas en las batallas de La Laguna y en la segunda de Acentejo. Es el momento de anunciarlo a su pueblo. Cada vez quedan menos vestigios de nuestros ancestros. Cuidémoslos, proporcionar protección. Colocar un sencillo cartel de información para que el que hasta allí se acerque no vea solo una formación caprichosa, sino la antesala de lo que hoy son los parlamentos. Con el deseo de que el Tagoro de Bujamé siga siendo testigo durante siglos de lo que allí aconteció, abandono el lugar, con renovada energía y la sensación de que la de hoy será una caminata para no olvidar. A los historiadores y estudiosos de esta tierra les pido disculpas por las pequeñas licencias e inexactitudes. No se pretende la rigurosidad del momento histórico, sino de expresar lo que a mi mente vino y lo que el lugar representa. Sigo ascendiendo hasta el Roque Marrubial, las vistas son de vértigo. Se superponen las montañas y barrancos, las plataneras de Buenavista y el faro. Puedes estar contemplando este paisaje durante horas y encuentras mil detalles en los que fijarte. Hay tramos en los que la senda prácticamente desaparece y algunas veredas de cabras pueden confundir el recorrido. Se recomienda el uso de GPS para una mayor seguridad, aunque no resulta excesivamente complicado. La ruta nos llevará hasta La Mulata, por la pista del mismo nombre. Seguiremos por los Darnajos, El Cercado y La Zahorra a través de pequeñas pistas asfaltadas. Junto al depósito de agua de la Zahorra existe un grifo con agua potable en uso. Muy cerca encontramos los restos de un horno de teja de barro, una de las labores artesanales más características, horno de la Cueva del Asabuche, que está todavía muy bien conservado y tiene forma de torrecilla circular que se alza sobre el lado derecho del Barranco de las Cuevas. Las tejas se hacían con tierra de los alrededores que se cernía para quitarles las piedrecitas y los restos de raíces. Luego se mezclaba con agua y alguien corpulento y con fuerza se encargaba de amasar el barro. Luego se aplanaba la mezcla, se cortaba, se ponía sobre el molde y se dejaba secar. A veces se le hacían dibujos o inscripciones. Después de dos o tres días, se metían en el horno. La cocción se hacía desde las siete de la tarde hasta las tres de la mañana. Y luego se dejaban las tejas dentro para que se enfriaran durante ocho días. Llegaremos a una curva para adentrarnos por una pequeña senda, en el barranco del Hoyo, que nos llevará al punto de partida. Una ruta relativamente fácil de seguir, cargada de historia y vistas de las que no se olvidan.