El gemelo perverso
Mi doble torció por una esquina. ¡Se dirigía a la entrada de la escuela! Apreté los dientes y torcí por la misma esquina. Y, de improviso, nos encontramos frente a frente. El chico que tenía mi mismo rostro me sonrió burlonamente, y «Voy a suplantarte, Monty. Y tú no podrás detenerme».